Durante mi infancia, pasé incontables horas en el jardín de mi abuela, escalando los árboles más altos y aprendiendo a identificar una variedad de plantas locales. Fue allí donde descubrí la profunda conexión entre el origen de mis alimentos y quién soy yo. Pero todo cambió durante el verano de 2017, cuando el huracán Irma y el huracán María causaron estragos en nuestra isla hermana de Barbuda. La devastación fue inimaginable y se hizo evidente que la crisis climática había llegado con toda su fuerza.
Los impactos fueron inmediatos y graves. Mi abuela y yo nos dimos cuenta de que debíamos tomar medidas para proteger a nuestra comunidad y a nosotros mismos. Recurrimos a la tierra que siempre había sido una fuente de sustento y consuelo. Comenzamos a cultivar más frutas, verduras y hierbas medicinales, y comenzamos a intercambiar plántulas y esquejes con nuestros vecinos. Nuestro objetivo era empoderar a nuestra comunidad para que cultivaran más de sus propios alimentos y desarrollar resiliencia climática.
El verano siguiente, mientras seguíamos distribuyendo alimentos y apoyando a nuestros vecinos, fui testigo de cómo surgían las semillas de esperanza de entre la destrucción. La tierra, que siempre nos había provisto, ahora nos ayudaba a reconstruir. En el Caribe, los alimentos son más que un simple sustento; están en el corazón de nuestra cultura. Nos unen y llevan el peso de nuestro conocimiento ecológico tradicional y de nuestra resiliencia.
Sin embargo, la necesidad de un sistema alimentario resiliente al clima en Antigua y Barbuda nunca había sido más urgente. Nuestra Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), actualizada recientemente, no aborda adecuadamente cómo proteger a las comunidades marginadas, incluyendo los agricultores y a quienes padecen inseguridad alimentaria. Necesitamos que nuestra NDC refleje las necesidades de nuestros agricultores invirtiendo en cultivos resistentes a la sequía, mejorando la salud del suelo e integrando el conocimiento ecológico tradicional en nuestras estrategias de adaptación.
Aquí te contamos cómo puedes participar:
1. Apoya a los agricultores locales: si estás en el Caribe, conéctate con agricultores locales y conoce sus esfuerzos para desarrollar resiliencia climática. Tu apoyo puede ayudar a fortalecer los sistemas alimentarios locales.
2. Aboga por políticas inclusivas: presiona por la inclusión de los agricultores y otras voces poco representadas en el desarrollo y las negociaciones de políticas climáticas. Sus perspectivas son cruciales para dar forma a estrategias efectivas.
3. Firma la petición: únete a la petición de la Red Caribeña por el Clima para pedirle a los líderes que tomen medidas audaces para apoyar la justicia climática y la adaptación en nuestras comunidades.
Cada acción cuenta. Abracemos la esperanza, seamos proactivos y recordemos que todo comienza con una semilla. Si nos mantenemos unidos, podemos darle forma al Caribe que imaginamos para las generaciones futuras. Aboguemos por la soberanía alimentaria y las estrategias de adaptación efectivas para garantizar un futuro resiliente para nuestras islas.
Únete a nosotros. Actúa ahora para defender el Caribe que quieres ver.