La intensa y prolongada ola de calor sufrida por Granada, al igual que otras islas del Caribe, es una muestra alarmante de cómo el cambio climático está empeorando. La primera ola tuvo lugar desde finales de julio hasta principios de agosto, seguida por otro potente episodio desde el 20 de agosto hasta la fecha de esta publicación, con solo unos pocos días más frescos entre medias. Durante estas tórridas jornadas, las temperaturas alcanzaron los 32 grados centígrados, y lxs habitantes de Granada se dieron cuenta de que la hermosa, soleada y tranquila isla que conocían se había convertido en un lugar muy caluroso y potencialmente peligroso.
Este clima extremadamente caluroso es el signo de una preocupante nueva normalidad que se está extendiendo por todo el mundo. Ni siquiera los pequeños países insulares como Granada están a salvo. Por desgracia, esta tendencia no va a hacer sino empeorar. El aumento de las temperaturas que estamos viendo, no solo en Granada, sino en todo el Caribe, está provocado por la actividad humana. A medida que suban los termómetros, se producirán más y mayores olas de calor, lo que puede tener efectos nefastos sobre el medioambiente, incluidos los ecosistemas marinos y las personas que viven en estas islas.
Por lo general, Granada posee un clima tropical, caracterizado por un calor y una humedad constantes a lo largo del año, con una estación ligeramente más fresca de diciembre a marzo y un período lluvioso de junio a noviembre. Los vientos alisios, que suelen soplar desde el noreste, moderan el calor y aportan un alivio durante todo el año. No obstante, en los meses más cálidos, estos vientos pueden cambiar de dirección, introduciendo aire más caliente desde diferentes direcciones e incrementando el calor.
Durante mucho tiempo, las hermosas aguas azules del Caribe ofrecieron una fresca escapatoria del sol abrasador. Sin embargo, en la actualidad, el calentamiento global está haciendo que el propio mar se caliente. Con el incremento de las temperaturas, los granadinos y los caribeños tienen que ingeniárselas para protegerse del cada vez más intenso calor. Los árboles escasean en las ciudades, y el oscuro asfalto de las calles emite aún más calor a la atmósfera, contribuyendo al aumento de temperaturas. De modo que lxs habitantes de estas zonas dependen cada vez más del aire acondicionado y de los ventiladores para refrescarse, lo que a su vez consume más electricidad y libera al aire más dióxido de carbono (CO2). En este punto, el cambio a fuentes renovables habría resultado beneficioso, ya que energías como la solar y la eólica apenas emiten gases de efecto invernadero.
Además, y lo que es aún más preocupante, la exposición prolongada a temperaturas extremas puede tener graves consecuencias para la salud de las personas, sobre todo para las más vulnerables o para quienes sufren de condiciones médicas previas, tales como la hipertensión, así como para las personas albinas, las personas mayores o con algún tipo de discapacidad.
Las personas que tiene que lidiar con este intenso calor comentan lo difícil que resulta. Una persona de Granada afirmó: «A causa del calor abrasador, resulta casi imposible dar un paseo, aunque sea corto, por el centro de la capital. Tengo que ir buscando la sombra de los edificios y entrar en las tiendas con aire acondicionado para sentirme mejor». Otra persona reconoció: «El calor es tan intenso que tengo que usar un paraguas para protegerme del sol. De lo contrario, me mareo y siento náuseas».
En resumen, el Caribe, famoso por su clima ideal, se enfrenta ahora a una creciente ola de calor que muestra hasta qué punto el cambio climático está empeorando. Este fenómeno es una señal preocupante de lo que está por venir, ya que el aumento de las temperaturas está empezando a afectar a los hermosos paisajes y estilos de vida de la región. Es urgente abordar esta crisis que se agrava mientras lxs isleñxs luchan para preservar su bienestar y su modo de vida ante la ola de calor que amenaza con llevarse por delante su amado paraíso.