Al crecer en el campo oriental de Trinidad, enclavado dentro de la vibrante nación insular gemela de Trinidad y Tobago, estuve constantemente rodeada por la belleza natural del Caribe. Mis recuerdos están llenos de bosques frondosos, playas serenas, barcos de pesca, festivales, comida y el ritmo de la vida isleña. Hay una magia encantadora en esta región, desde recoger mangos en el jardín del vecino hasta ser perseguida por el perro del vecino.

Nunca falta entretenimiento; desde los relajantes sonidos de las olas hasta los enérgicos sonidos de la selva tropical que pueden parecer como si un mono aullador o un kiskadee estuviera sentado en su azotea, y la calidez de la comunidad donde los vecinos se ayudan entre sí, celebran juntos y un plato de la comida siempre está a unos segundos de distancia (y lo mejor para usted es no rechazar ese plato de comida). Fue aquí donde aprendí a abrazar la simplicidad de la vida. Sin embargo, a medida que el cambio climático perturba cada vez más nuestro mundo, el paisaje y las personas del Caribe se enfrentan a una amenaza cada vez mayor, y estos desafíos tienen distintas implicaciones para las mujeres y la igualdad de género.

 

La vulnerabilidad del Caribe al cambio climático

El Caribe, con su rica historia, biodiversidad y dependencia de los recursos naturales, es especialmente vulnerable al cambio climático. Regularmente somos azotados por huracanes, inundaciones y aumento del nivel del mar que amenazan nuestras costas y comunidades. La mayoría de nosotros que vivimos en comunidades costeras rurales aprendimos a coexistir con los ciclos naturales de la isla, pero estos ciclos se han vuelto cada vez más impredecibles, severos y amenazantes para la vida. Al vivir en una zona rural, vi de primera mano cómo nuestros medios de vida, la pesca, la agricultura y el turismo están conectados con la naturaleza. El cambio climático ha amplificado los desafíos que enfrentan especialmente aquellos en aldeas más pequeñas y unidas como Matelot, Toco, San Souci, Salybia, Matura y Manzanilla. Es la gente común, a menudo con medios limitados para responder a los desastres naturales, la que se ve más afectada.

 

Impactos de género por el cambio climático

El cambio climático no afecta a todos por igual. En todo el mundo y en el Caribe, las cargas del cambio climático recaen desproporcionadamente en las mujeres, en particular en las que viven en la pobreza. La dependencia de las mujeres de los recursos naturales, sus roles dentro de las familias y sus responsabilidades en las comunidades las hacen más vulnerables a las perturbaciones climáticas. Imagínese a una madre en la Trinidad rural, administrando tanto el sustento de su familia como su hogar, obligada a lidiar con inundaciones, pérdida de cosechas e inseguridad alimentaria. Para Caribbean Mothers, el cambio climático no es sólo una cuestión ambiental, es una crisis que pone en peligro el bienestar de su familia y limita sus oportunidades de empoderamiento.

 

 

A nivel mundial, las mujeres constituyen la mayoría de los pobres y en nuestras comunidades rurales, la pobreza profundiza los impactos del cambio climático. Con recursos económicos limitados, las mujeres a menudo luchan por reconstruir sus hogares o recuperarse después de los desastres. Y debido a que las mujeres están subrepresentadas en los roles de toma de decisiones y en los mercados laborales, enfrentan mayores desafíos para participar plenamente en la formulación y planificación de políticas relacionadas con el clima. Esta desigualdad no sólo obstaculiza sus posibles contribuciones a las soluciones climáticas, sino que también reduce la eficacia de las políticas que a menudo no abordan las necesidades únicas de las mujeres.

 

El papel esencial de las mujeres a la hora de abordar el cambio climático

Sin embargo, las mujeres en Trinidad, como yo y en todo el Caribe, no son meras víctimas pasivas del cambio climático. Las mujeres desempeñan papeles esenciales en la promoción de prácticas sostenibles, la utilización del conocimiento local y el liderazgo de iniciativas comunitarias. Mi abuelo era jardinero y vivir en su jardín jugó un papel importante en mi amor por la naturaleza. Sin embargo, en mi hogar, junto con otros hogares rurales, las mujeres son las administradoras de los recursos naturales, practican la agricultura sostenible, conservan el agua y gestionan el desperdicio de alimentos. Para algunos, estas tareas pueden parecer simples, pero en realidad estas prácticas brindan a las mujeres conocimientos únicos sobre la gestión sostenible de los recursos, conocimientos que son cruciales para la adaptación y la resiliencia al clima.

 

 

Cuando a las mujeres se les brindan oportunidades de participar en la toma de decisiones climáticas, vemos mejores resultados y soluciones más inclusivas y sostenibles. El liderazgo de las mujeres en proyectos climáticos a menudo resulta en comunidades más resilientes y políticas ambientales más efectivas. Sus perspectivas y prioridades aportan una capacidad de respuesta más profunda a las necesidades de la comunidad, mejorando la cooperación entre líneas sociales y fomentando el desarrollo sostenible. Las voces de las mujeres, cuando se incluyen, pueden transformar la acción climática de políticas aisladas en enfoques integrales y centrados en la comunidad.

 

El imperativo de políticas climáticas sensibles al género

Los marcos internacionales, como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y el Acuerdo de París, han enfatizado la importancia de la igualdad de género en la política climática. Estos acuerdos reconocen que la acción climática no puede tener éxito sin la participación significativa de las mujeres. Las políticas con perspectiva de género no tienen que ver sólo con la justicia; son esenciales para una adaptación y resiliencia climática efectiva. Excluir a las mujeres de las soluciones climáticas es una oportunidad perdida y, peor aún, corre el riesgo de profundizar las desigualdades existentes.

En Trinidad y Tobago, los esfuerzos para incluir a las mujeres en la planificación y la acción climática pueden ayudar a abordar los desafíos ambientales y sociales que enfrentamos. Al garantizar que las mujeres estén empoderadas para participar plenamente en la política climática, podemos crear un futuro que valore el conocimiento local, respete las diversas perspectivas y garantice que las soluciones climáticas beneficien a todos.

 

 

 

Un llamado a la acción para mi hogar caribeño

Al reflexionar sobre mi amor por el Caribe, me lleno de orgullo y nostalgia. Pero también soy consciente de la urgente necesidad de un cambio. Mi sueño para el Caribe es aquel en el que protejamos nuestra belleza natural y capacitemos a todos los miembros de nuestra sociedad para que contribuyan a esta protección. Necesitamos abordar el cambio climático de maneras que incluyan la equidad de género, asegurando que la resiliencia de nuestras islas se base en la fuerza, el conocimiento y la participación de todos, especialmente de las mujeres.

Vale la pena preservar el Caribe. Vale la pena preservar Trinidad y Tobago. Definitivamente somos dos guisantes en una vaina y dos corazones que laten como uno solo. Dos islas, una nación. Nuestras diferencias nos hacen únicos. La exuberante selva tropical de Trinidad con más de cientos de especies de plantas y animales, el lago Pitch y nuestra isla hermana Tobago con el coral cerebro más grande del mundo. Los océanos azules y la combinación de biodiversidad entre ambas islas son realmente mágicos. Como dije antes, crecer en la zona rural de Trinidad puede ser mágico.

Por lo tanto, nuestros esfuerzos para combatir el cambio climático deben ser inclusivos, transformadores y sostenibles. Las mujeres siempre han sido pilares a lo largo de la historia, ya sea ganando guerras o construyendo nuestra comunidad. Ahora asegurémonos de que sean pilares en nuestra lucha por un Caribe resiliente y próspero.

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